Monday, September 16, 2013

Police and Street Vendors: Reflections on an unjust scene

ENGLISH VERSION BELOW:

Me quedé indignado y triste, por no decir furioso, por los sucesos que experimenté el jueves pasado en una calle bastante transitada en mi barrio El Inca, al norte de Quito.  Aquel día salí de la iglesia en mi bicicleta rumbo a mi casa a las 6 de la tarde.  Mientras iba acercándome a una esquina donde hay varios puestos de vendedores ambulantes con sus películas, zapatos, pinchos, yogurt y queso, un camión con veinte policías uniformados frenó abruptamente.  Los policías se bajaron con rapidez y empezaron a decomisar la mercancía de los vendedores usando fuerza, violencia y hasta con un sentido extraño de satisfacción y adrenalina.  En cuestión de 20 segundos, habían quitado, botado y saqueado los zapatos, películas y pinchos de varios vendedores dignos y trabajadores de mi barrio.  En el caos de la emboscada, lo único que alcancé a hacer fue gritarles varias veces a los policías "¡dejen de quitarles su dignidad!", mientras se subían al camión y se iban.  Algunos vendedores corrieron detrás de la policía tratando de pegarles con palos.  Otros se quedaron sentados en la vereda (acera) con lágrimas en sus ojos, habiendo perdido lo único que tenían para generar un ingreso.  Los que estábamos pasando por la calle en el instante del incidente expresamos nuestra indignación y solidaridad ayudándoles a los vendedores a recoger lo que quedaba de su mercancía, ahora botada y esparcida en la calle como si fuera basura.  Me quedé parado en la esquina un rato más junto a otros que también estaban llenos de rabia por lo que habían visto.  Queríamos una respuesta; teníamos ganas de hacer algo por los vendedores; deseábamos la justicia.  Se me vinieron sentimientos de impotencia, y arrepentimiento por no haber usado mi cuerpo y mi bicicleta como una barrera entre la policía y la mercancía durante esos breves veinte segundos de saqueo.  Después de varios minutos decidí seguir el camino hacía mi casa sintiéndome tan indignado que se me vinieron las lágrimas a los ojos.  

Creo que en cualquiera otro día me hubiera afectado esa escena, pero por alguna razón en ese día en particular estos sucesos me afectaron profundamente.  Quizá porque en esa escena vi el reflejo de muchas cosas que han estado girando en mi cabeza últimamente.

En esa escena, vi el reflejo de lo que he leído en los libros sobre las víctimas de los saqueos brutales de la conquista española de Latinoamérica.

En esa escena, vi el reflejo del caso de Trayvon Martin (y muchos otros jóvenes afroamericanos), atropellado y asesinado no solamente por su asesino sino por el sistema judicial y el racismo sistematizado en Estados Unidos.

En esa escena, vi el reflejo de las historias que me cuentan mis compañeros refugiados colombianos quienes también se ganan la vida en la calle y han pasado por situaciones parecidas.  

En esa escena, vi el reflejo de la respuesta violenta y represiva de parte de la policía mexicana en las actuales manifestaciones de los maestros/as mexicanos/as. 

En esa escena, vi el reflejo de las imágenes de la brutalidad de la policía en el famoso movimiento de "Occupy Wallstreet" en las ciudades de Estados Unidos el año pasado.

En esa escena, vi el reflejo de la respuesta del gobierno estadounidense frente a las acciones de Chelsea (Bradley) Manning y otros "whistleblowers".

En esa escena, vi el reflejo de los paros campesinos en Colombia frente a las políticas neoliberales que han sido impuestas sobre ellos.

Y la lista podría continuar....

La escena a la cual fui testigo el jueves pasado fue una chispa que trajo a la superficie muchos sentimientos que había guardado tras ver tantas situaciones de injusticia tanto en las noticias como en la vida real.  El suceso del jueves pasado me hizo palpar un pedacito de los abusos de poder que causan opresión y sufrimiento diariamente en tantas partes de nuestro mundo.

Que Dios nos ayude a saber actuar a favor de los atropellados y marginados en estas situaciones y aliarnos con los ejemplos de resistencia que traen esperanza y transformación.   


ENGLISH VERSION:        


Last Thursday I experienced an incident on a busy street in my neighborhood “El Inca” in the north of Quito that left me feeling indignant, sad and furious.  That day I left the church on my bike at 6pm to head home.  As I came closer to a street corner where there are various street vendors with their movies, shoes, shish kebabs, yogurt and cheese, a truck with 20 police stopped abruptly.  The police jumped off the truck quickly and began to confiscate the vendor’s merchandise using force, violence and with a strange sense of satisfaction and adrenaline.  In a matter of twenty seconds, they had taken, thrown around and ransacked the shoes, movies and shish kebabs of the decent, hard-working street vendors of my neighborhood.  In the chaos of the ambush, the only thing I managed to do was yell at the police several times saying, “Dejen de quitarles su dignidad!” or “Stop taking away their dignity!”, as the police climbed back in the truck and drove away.  Some street vendors ran after the police trying to hit them with sticks.  Others sat on the sidewalk with tears in their eyes, having lost their only way to make an income.  Those of us who were passing by on the street during the time of the ambush expressed our indignation and solidarity by helping the vendors pick up what was left of their merchandise, which was now scattered on the street like trash.  I stayed standing on the street corner for a while longer next to the others who were also full of anger because of what they had seen.  We wanted an answer; we wanted to do something for those street vendors; we wanted justice.  Feelings of helplessness came to me, and I regretted not using my body and my bike as a barrier between the police and the merchandise during those brief twenty seconds of pillaging.  After several minutes I decided to continue on my way feeling so outraged that tears came to my eyes.   

I think on any given day that scene would have saddened me, but for some reason the incident deeply affected me on that day in particular.  Maybe it was because in that scene I saw the reflection of many things that have been spinning in my head recently. 

In that scene, I saw the reflection of what I have read in books about the victims of the brutal plundering during the Spanish conquest of Latin America.

In that scene, I saw the reflection of Trayvon Martin’s case (and many other young African Americans), run over and assassinated not only by his assassin, but by the judicial system and systematized racism in the U.S.  

In that scene, I saw the reflection of the stories that Colombian refugees tell me since they too earn a living on the street and have had similar traumatic experiences.  

In that scene, I saw the violent and repressive response of the Mexican police in the current teacher’s protests in Mexico. 

In that scene, I saw the reflection of the images of police brutality in the famous “Occupy Wallstreet” movement in different US cities last year.

In that scene, I saw the reflection of the US government’s response to the actions of Chelsea (Bradley) Manning and other "whistleblowers".

In that scene, I saw the reflection of the campesino strikes in Colombia against neoliberal policies that have been imposed on them. 

And the list could continue…

The scene that I witnessed last Thursday was a spark that brought to the surface many feelings that I have hung onto after seeing situations of injustice on the news and in everyday life.  The incident last Thursday made me tangibly feel a piece of the abuses of power that cause oppression and suffering in so many parts of our world.  


May God help us to know how to act in favor of those who have been trampled on and marginalized, and align ourselves with examples of resistance that bring hope and transformation.